En Lisboa, el joven navegante Tomás sigue corrientes misteriosas y descubre mundos ocultos bajo las olas de la ciudad.
Desde las colinas de Alfama, Tomás contemplaba el brillante Tajo de Lisboa, mapa y brújula en mano. Siempre había soñado con navegar nuevos mares, como los grandes navegantes antes que él, pero el río de la ciudad guardaba sus propios secretos. Una mañana, Tomás notó que las corrientes fluían de manera extraña, bailando en espirales, zumbando suavemente. Con su pequeña barca, siguió su sinuoso camino. La ciudad se desvaneció detrás mientras la niebla se levantaba y la luz del sol se fracturaba en arcoíris. Las corrientes llevaron a Tomás a islotes inexplorados donde los pájaros cantaban en lenguas desconocidas y los árboles daban frutos con forma de estrellas. Cada isla revelaba nuevos misterios: un faro cuyo haz apuntaba directamente hacia abajo, una cala de barcos silenciosos con velas luminosas, una biblioteca tallada en coral, que guardaba historias de cada marinero que había desaparecido en la niebla de Lisboa. En la última isla, Tomás encontró un antiguo astrolabio y un mensaje: «Nuevos mundos esperan a quienes escuchan.» Cuando regresó, nadie creyó su viaje, excepto los niños que encontraron, en la playa, conchas talladas con mapas y una brújula que giraba con las mareas. Tomás se convirtió en el cuentacuentos de Lisboa, inspirando a los soñadores a perseguir las corrientes inexploradas de la ciudad, sabiendo que en algún lugar más allá de la niebla, nuevas aventuras siempre esperaban.