Luna el Unicornio, en su búsqueda de equilibrio en las montañas más altas, enseña a sus amigos que la paz se puede encontrar en cada respiración.
En lo alto de las nubes, donde las águilas se elevan y el aire brilla, Luna el Unicornio practicaba yoga al amanecer. Su cuerno brillaba mientras se estiraba, respirando el aire de la montaña y encontrando la quietud incluso cuando las tormentas se gestaban abajo. Al principio, los amigos de Luna —cabras, marmotas y mariposas— no podían entender su calma. '¿No te preocupa caerte?' preguntó la marmota, viendo a Luna equilibrarse sobre una pezuña en la cima de un pico rocoso. Luna sonrió: 'No es el viento exterior, sino la respiración interior lo que me mantiene firme.' Cuando el viento aullaba, Luna enseñó a sus amigos a arraigarse: la postura del árbol para la confianza, el perro boca abajo para el enfoque, la postura de la mariposa para la alegría. Juntos, descubrieron que las mayores alturas de la montaña se alcanzaban no solo escalando, sino escuchando sus corazones y respirando profundamente. Un día, una fuerte tormenta dejó varado a un rebeco perdido. Luna y sus amigos formaron un círculo, respirando juntos hasta que los cielos se despejaron. La montaña brilló con arcoíris, y todos se sintieron más ligeros, por dentro y por fuera. A partir de entonces, animales de todos los valles vinieron al yoga de Luna al amanecer, aprendiendo que la paz y la fuerza comienzan desde dentro, sin importar cuán alta sea la escalada.