En el pueblo de Maplewood, Nora el mapache era conocida por sus patas hábiles y su corazón gentil. Nora siempre estaba lista para echar una mano, ya fuera para arreglar un carro roto o para ayudar a recolectar bayas. Una fría mañana, mientras Nora caminaba junto al río, vio a Max el castor luchando por construir su presa antes del invierno. 'Déjame ayudarte,' ofreció Nora, y juntos apilaron ramas hasta que la presa estuvo fuerte. Max estaba tan agradecido que se aseguró de compartir sus ramitas más frescas con Nora. Más tarde esa semana, Nora notó que Lila la erizo intentaba llevar demasiadas manzanas. Nora equilibró las manzanas sobre su cabeza y acompañó a Lila a casa. Las manzanas se convirtieron en un pastel caliente, que compartieron con todos. Cuando llegó una gran tormenta y el viento aulló por Maplewood, Nora llevó a los animales a un lugar seguro. Construyó refugios, ató mantas y consoló a los pequeños asustados. Por la mañana, la tormenta había pasado, pero Maplewood estaba cubierta de ramas y hojas. En lugar de sentirse abrumada, Nora sugirió que todos se ayudaran a limpiar. Trabajando codo con codo, los animales rieron, cantaron y hicieron su hogar aún más acogedor que antes. En el corazón de cada momento feliz estaba la mano amable de Nora, siempre tendida. Desde ese día, los animales recordaron que una mano amable puede cambiarlo todo, incluso un pueblo entero.