Yasmin, una inventora visionaria, ayuda a transformar Dubái en una utopía verde, donde los desiertos florecen y la tecnología y la naturaleza conviven.
Yasmin contemplaba desde su balcón de cristal el sol que salía sobre el horizonte futurista de Dubái: torres relucientes, jardines aéreos y velas solares extendidas sobre el desierto. Era una futurista, soñando con un mundo donde el desierto no fuera un obstáculo sino un lienzo. Su proyecto más grande era Oasis City: una utopía autosuficiente donde el agua fluía en ríos chispeantes y los árboles frutales crecían en cada azotea. Guiada por su dron compañero Zayd, Yasmin inventó filtros de arena que convertían las dunas en campos y diseñó flores con turbinas eólicas que alimentaban barrios enteros. Pero el mayor desafío llegó con una ola de calor, secando los depósitos de agua de la ciudad. Yasmin llamó a inventores, jardineros y escolares para hacer una lluvia de ideas. Juntos, codificaron nuevos robots para crear nubes y reactivaron acuíferos olvidados en las profundidades de la ciudad. A medida que caía la primera lluvia, el desierto alrededor de Dubái floreció en explosiones de flores silvestres. La gente bailaba, los camellos pastaban en jardines colgantes, y robots y humanos construían juntos. La ciudad brillaba por la noche, un faro de armonía y posibilidades. Yasmin sabía que el futuro traería nuevos desafíos, pero también una invención sin fin. En Oasis City, la esperanza siempre florece de nuevo.