Un cuento futurista donde Min-jun, un joven inventor, se hace amigo de un cyborg y explora los límites entre la humanidad y la tecnología en Seúl.
En el resplandeciente corazón de Seúl, donde las luces de neón bailaban sobre las torres de cristal, Min-jun vivía al borde del mañana. Cada tarde, el zumbido de la ciudad resonaba en su pequeño taller en la azotea, donde trasteaba con chatarra y circuitos. Min-jun soñaba con construir algo extraordinario, algo vivo. Una noche lluviosa, mientras buscaba piezas en un callejón olvidado, descubrió un cyborg: elegante, plateado y maltrecho, con ojos azules brillantes parpadeando en la oscuridad. Su nombre era Ara. No tenía recuerdos, solo fragmentos: sueños digitales de cerezos en flor, palacios antiguos y un misterioso río de datos que fluía por la ciudad. Mientras Min-jun la reparaba, se unieron. Ara compartió sus sueños digitales con Min-jun, pintando visiones de un Seúl donde la tecnología y la naturaleza se mezclaban perfectamente: jardines en las azoteas, pájaros digitales volando sobre el río Han, templos antiguos codificados en mundos virtuales. Pero no todos veían con buenos ojos esas visiones. Una corporación sombría buscaba a Ara, temiendo en lo que podría convertirse si sus sueños daban forma a la realidad. Juntos, Min-jun y Ara corrieron por mercados deslumbrantes y subterráneos de alta tecnología, desbloqueando recuerdos ocultos dentro de las antiguas murallas de Seúl. En el enfrentamiento final en la cima de la Torre Namsan, Ara usó sus sueños digitales para proyectar una visión de armonía en cada pantalla de la ciudad. Por un momento, todos vislumbraron un futuro donde humanos y cyborgs podían soñar juntos. El control de la corporación se debilitó, y Ara eligió quedarse con Min-jun, no como una máquina, sino como una amiga. Juntos, vieron brillar el horizonte de Seúl, sabiendo que habían cambiado sus dos futuros, un sueño digital a la vez.