En un futuro Lima, una joven botánica llamada Camila descubre el secreto de los jardines flotantes y trae esperanza a su ciudad.
Bajo los picos brumosos que rodean Lima, Camila cultivaba plantas en su azotea, soñando con transformar su ciudad gris en un exuberante paraíso. Los ríos se estaban secando y los jardines habían desaparecido bajo el concreto. Un día, una misteriosa anciana le ofreció a Camila una sola semilla, que se decía que provenía de antiguos jardines flotantes incas. Guiada por la esperanza, Camila plantó la semilla en una balsa improvisada en el río Rímac. Para su asombro, la planta prosperó, enviando enredaderas que limpiaban el agua y raíces que anclaban la balsa flotante. Pronto, niños y vecinos se unieron a Camila, construyendo más balsas y plantando más semillas. Cada nuevo jardín flotante limpiaba el río un poco más y proporcionaba alimentos y flores a todos los que estaban cerca. A medida que los jardines se extendían, su oasis flotante se convirtió en un lugar para toda la ciudad — un refugio para pájaros, peces y personas que buscaban paz. Camila descubrió un mensaje oculto en las hojas de la planta: instrucciones para restaurar el equilibrio entre las personas y la naturaleza. Con este conocimiento, los ciudadanos de Lima construyeron cientos de jardines flotantes, convirtiendo su río contaminado en una cinta de verde y color. Años después, mientras Camila caminaba entre lirios en flor y colibríes, supo que el corazón de la ciudad había cambiado. Su sueño — nacido de una sola semilla — se había convertido en un regalo para todo Lima, demostrando que incluso la esperanza más pequeña podía hacer que una ciudad floreciera de nuevo.